Se está imponiendo en la carrera por ganar en Internet una guerra sucia, que en su momento ya afectó a Menéame, una de las mejores webs españolas, que tuvo que sufrir ataques DDoS, e incluso les llegaron a pedir dinero para dejarles en paz. Un DDos se basa en infectar a ordenadores que se dedican a pedir una página de forma coordinada, de modo que llegan a colapsar al servidor en cuestión.
Ahora le ha tocado a Twitter, que estaba siendo la empresa más exitosa de Internet en los últimos meses, su simplicidad (microblogging) y su buen funcionamiento estaban causando furor, además Google trata tan bién los mensajes escritos en Twitter que se se había convertído en una fantástica herramienta de marketing; en fin que todo les iba muy bien, incluso, hace unos días se publicó que ya disponía de una forma de generar ingresos, con lo que se cerraba un círculo virtuoso: buena reputación, modelo de ingresos y aumento imparable de usuarios. Y claro a alguien eso no le venía bien y comenzaron los ataques, y poco después se empieza a hablar de fallos de seguridad; quizás sea sólo una casualidad el interés de Facebook en comprar Twitter, o que diversos analistas hablaban de su gran potencial de generar ingresos. En resumen, que un hacker que se dedica a evaluar la vulnerabilidad de una página puede ser muy bueno, pero alguien que actua a modo de matón mafioso no nos beneficia en absoluto.
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