Ola de mutilaciones

Estamos en un momento de transición, en el software venimos de las cajas negras por donde metemos informacion y sale procesada, es decir, un programa propietario compilado, no podemos modificarlo, no podemos arreglar sus errores, no podemos adaptarlo a nuestras necesidades, no podemos crear aplicaciones para él, no podemos saber qué hace con los datos, no podemos cambiar de proveedor y no podemos mudar el proceso de los datos a otro software. Pero caminamos hacia el software libre, los programas abiertos ya son una realidad, la gente no los usa porque sean más baratos, que también, los usa porque son mejores. El primero es Firefox un navegador con miles de pequeñas aplicaciones (plugins) que se esta adoptando de forma masiva, luego vendrá Thunderbird para el correo electrónico, Openoffice para la ofimática y, por último, Linux para el sistema operativo de nuestro PC.

En el móvil una variante de Linux, como es el Android de Google está demostrando su fiabilidad y sus posibilidades, y ya es un estándar.

En los servidores de Internet los programas de software libre ya son mayoritarios.

No hablamos ya de algo bonito sino de algo que ya funciona bien, y precisamente porque estos programas sí que permiten crear aplicaciones adicionales (plugins) su recorrido es mucho mayor. Ahora bien, algunas grandes empresas de los sectores de hardware, software y de la distribución de contenidos han visto amenazado su oligopolio. Sony ha llegado ya a la obsesión por evitar el uso de software fuera de su control. Primero el desarrollo de un blindaje anticopia retrasó más de un año el lanzamiento de la PlayStation 3 de modo que su competencia le adelantó por la derecha. Sony tenía prácticamente copado el mercado con la PS2, y la PS3 venía para confirmarlo, era y es mucho mejor consola que sus competidoras, pero falló en el time to market.

Ahora Sony ha mutilado a la PS3 para que no puedas instalar Linux en ella si actualizas la consola con el programa que saldrá mañana. Sinceramente, no sé para qué sirve instalar Linux en una PS3, sólo se que esta consola es muy potente aún hoy en el procesado de video y que instalarle un sistema operativo abierto le da nuevas posibilidades. Tampoco creo que por instalar Linux en una PS3 vaya a dejar de comprar los juegos de Sony, porque, no olvidemos que en su modelo de negocio actual los beneficios los obtiene en los videojuegos y no en la venta de la consola.

Es el juego del ratón y el gato, pero estas empresas obsesionadas con que nada se escape de su control están luchando contra una gran comunidad de desarrolladores y, sobre todo, te están vendiendo un producto mutilado. Mutilar ese producto además supone un gran coste para ellos, coste que, con toda seguridad, acabarás pagando tu. Ahora, la pregunta es: ¿Cuánto tiempo vamos a seguir comprando productos mutilados?

Entrada dedicada a Luis Casas

El traje nuevo del Emperador

Érase una vez un sabio emperador de un país llamado Buzzlandia. Dicho emperador leía bandos diarios para educar a los buzzlandeses. Recitaba cada mañana desde su balcón un sabio consejo que los buzzlandeses escuchaban con atención pues el sabio emperador solía prevenirles de lo que se avecinaba, fuera bueno o fuera malo. Los buzzlandeses eran capaces de escuchar una conversación a gran distancia, de modo que no necesitaban abandonar sus quehaceres cotidianos para entender lo que el emperador les quería transmitir cada mañana.

Un buen día supo el emperador que un gran circo llegaría a Buzzlandia. Saboreó satisfecho la buena nueva y bajó las escaleras que dirigían a su escritorio dando noticia de ello a todos aquellos que en su camino halló. Mientras el emperador se esforzaba en redactar su mejor mensaje, aparecieron en la estancia varios cortesanos que le aconsejaron tratar ese bando con solemnidad. El emperador no solía ser solemne con sus bandos, prefería darles un aire más popular, pero aceptó dada la importancia de la noticia.

De modo que el mensaje de esa mañana tan sólo invitaba a los buzzlandeses a asistir aquella tarde a la lectura pública de un bando muy especial. ¡El emperador leerá un bando desde la calle! dijeron al unísono. Y el emperador que, como ellos – incluso más que ellos, tenía un gran oído; el emperador se sobresaltó y miró asustado a todos los cortesanos que le acompañaban, buscando una respuesta, un consejo. Uno de ellos enseguida propuso:  Majestad, hágase usted un traje, la ocasión lo merece. Los demás asintieron.

El emperador nunca se había hecho un traje para una ceremonia; es más, despreciaba ese tipo de fastos. De modo que les dijo: está bien, pero deberá ser sencillo y original. Los cortesanos le recomendaron que acudiera a Esteban el trabajador, un sastre perfeccionista y visionario que anticipaba las tendencias de la moda de Buzzlandia. Rápidamente dos lacayos sacaron a Esteban de su taller. El pobre hombre no pudo más que darle un mordisco a una manzana que se disponía a almorzar, como cada mañana. Dejó, muy a su pesar, la manzana cuidadosamente sobre la mesa y se hizo acompañar a palacio.

Esteban se decidió a hacer un traje de aire de sabiduría; se encerró en una dependencia de palacio y horas mas tarde invitó al emperador a ponérselo. El emperador notaba que aquel aire de sabiduría no abrigaba demasiado, aunque era muy cómodo. Estaba más pendiente de la lectura de su bando que de las formas en que lo iba a hacer. Nada más abrirse la puerta de palacio, un juglar que allí estaba exclamó haciendo muecas: el emperador está desnudo. El emperador le miró con desprecio y la gente no se atrevió a transmitirse dicho mensaje más que al oído. El carpintero que escribe estos hechos indicó: no parece adecuado ese traje para él. Esta vez, el emperador miró a este humilde carpintero con aire firme, como invitándole a mantener la solemnidad del acto.

El mensaje iba corriendo por las catacumbas de Buzzlandia pues nadie se atrevía a alzar la voz hasta que llegó el General, un hombre muy popular entre los jóvenes guerreros del aquel país. El General alzó la voz para decir: Majestad, además de ir desnudo lleva usted en la mano un sable en lugar del bando

Han ayudado en la redacción de este cuento las infantas: Mercedes, Pilar y Cristina, así como los infantes Javier y Emilio. Este humilde carpintero te invita a continuarlo.

Enrique Dans: ni ángel ni demonio

Enrique Dans ha ido marcando tendencias web a través de su blog, ha influido en muchos de nosotros desde que en abril de 2003 comenzara a publicarlo. Ha sido crítico con los viejos modelos de las industrias culturales, y ha defendido el conocimiento en abierto hasta la extenuación; ha sido siempre capaz de entender el cambio de paradigma desde proteger hacia compartir. Enrique ha conseguido evangelizar masas, pese a que, en círculos íntimos confesaba su frustración por tener su casa – el Instituto de Empresa – amueblada íntegramente con productos de Microsoft.

Dans acaba de publicar un libro titulado Todo va a cambiar. Y, al menos con el título, estoy completamente de acuerdo; es más, creo que todo ha cambiado ya, aunque todavía es pronto para ver sus consecuencias y, mucho más aún, para analizarlas. Los historiadores suelen mirar hacia atrás y buscar una fecha representativa del cambio; fecha que, habitualmente, es anterior a la percepción de los que lo viven. En este caso apuesto porque los historiadores asignarán el 11 de septiembre de 2001 como el momento del cambio; pese a que fue a partir de 2007 cuando realmente comenzamos a sentir las consecuencias.

Volviendo a Enrique Dans, y al título de esta entrada, resulta que su libro no es coherente, ni en la forma ni en el fondo, con lo que viene proclamando desde hace siete años. En la forma porque ha protegido la versión digital de su libro con DRM. Y en el fondo porque las ideas que plantea contradicen tesis anteriores y confirman que el modelo gratuito es un mal negocio.

La coherencia interna es la prueba del siete de una película, de un libro o de un plan estratégico; pero, sobre todo, es la constatación de un gran carácter. Y Personas con gran carácter hay pocas, muy pocas, y cada día habrá menos. Me explico: Enrique Dans lleva publicando años una línea de pensamiento y ahora publica otra; la constante es la palabra publicar. Si no hubiese difundido ampliamente sus ideas, serían muy pocos los que hubiesen observado esa incoherencia. Y ahora cada vez se publica más, por lo que cada vez es más fácil contradecirse. De modo que no veo a Dans como un demonio, al igual que tampoco antes lo veía como un ángel; es sólo una persona, como tú y como yo.

Foto extraída del Blog de Enrique Dans

Premium no es más, sino mejor

Hace unos días tuve una discusión con José Carlos Cortizo y con Víctor Peinado sobre lo que es un producto premium en informática. Sobre si el usuario está dispuesto a pagar por más prestaciones o por más calidad.

En el último cambio de siglo emergió un nuevo modelo de negocio, el gratis. Modelo de negocio gratis es una contradicción in terminis. Como diría un gallego: depende. Google es la empresa más rentable del Mundo y se basa en ese modelo, en Google todo es gratis, pero en todas sus líneas de producción, salvo, de momento en Youtube, gana dinero. El modelo que lo explica es el fremium, por el cual tienes una parte del producto gratis, pero otra no, y hay distintas formas para poner esa línea divisoria entre lo gratuito y lo de pago. Creo que la mejor de ellas es la de pagar por una versión estable y tener gratis la inestable, además se puede añadir un servicio de soporte para la versión de pago, la premium. A los que se toman la molestia de probar las versiones adicionales, los beta testers, que son auténticos fans de la marca, a esos creo que se les debería recompensar de alguna manera, pues sirven para corregir errores antes de sacar un producto al mercado.

Uno de los sectores con modelos de negocio más maduros es el del automóvil, cuando te compras una gran marca, un coche caro de verdad, lo haces por varias razones: en primer lugar porque te lo puedes permitir, además porque es exclusivo (cúspide de la pirámide de Maslow), quizás porque tenga un buen diseño y prestaciones, pero también porque crees que no te va a dejar tirado en la carretera y, además tiene un gran servicio postventa.

Lo más extrapolable a la informática son las dos últimas características, especialmente cuando, en Internet, el Renault Clio sin garantía y talleres autorizados, se da de forma gratuita, mientras que los Mercedes cuestan dinero. Creo que Apple lo ha demostrado, sus productos no ofrecen más prestaciones que los PCs, pero sí son más estables, o al menos, lo eran. La facilidad de uso es otro motivo adicional, porque incluir más prestaciones suele ir en contra de la facilidad de uso de un software, pues lleva a unos menús más farragosos y menos intuitivos, a igualdad de condiciones, y el usuario que tiene dinero para comprar el producto, normalmente tiene poco tiempo para aprender a usarlo. Dicho esto, la mayor parte de los modelos premium se soportan sobre el pago por prestaciones adicionales, pero, por ejemplo, no es así en el caso de WordPress VIP, que citaba en la entrada anterior.