Hace unos días tuve una discusión con José Carlos Cortizo y con Víctor Peinado sobre lo que es un producto premium en informática. Sobre si el usuario está dispuesto a pagar por más prestaciones o por más calidad.
En el último cambio de siglo emergió un nuevo modelo de negocio, el gratis. Modelo de negocio gratis es una contradicción in terminis. Como diría un gallego: depende. Google es la empresa más rentable del Mundo y se basa en ese modelo, en Google todo es gratis, pero en todas sus líneas de producción, salvo, de momento en Youtube, gana dinero. El modelo que lo explica es el fremium, por el cual tienes una parte del producto gratis, pero otra no, y hay distintas formas para poner esa línea divisoria entre lo gratuito y lo de pago. Creo que la mejor de ellas es la de pagar por una versión estable y tener gratis la inestable, además se puede añadir un servicio de soporte para la versión de pago, la premium. A los que se toman la molestia de probar las versiones adicionales, los beta testers, que son auténticos fans de la marca, a esos creo que se les debería recompensar de alguna manera, pues sirven para corregir errores antes de sacar un producto al mercado.
Uno de los sectores con modelos de negocio más maduros es el del automóvil, cuando te compras una gran marca, un coche caro de verdad, lo haces por varias razones: en primer lugar porque te lo puedes permitir, además porque es exclusivo (cúspide de la pirámide de Maslow), quizás porque tenga un buen diseño y prestaciones, pero también porque crees que no te va a dejar tirado en la carretera y, además tiene un gran servicio postventa.
Lo más extrapolable a la informática son las dos últimas características, especialmente cuando, en Internet, el Renault Clio sin garantía y talleres autorizados, se da de forma gratuita, mientras que los Mercedes cuestan dinero. Creo que Apple lo ha demostrado, sus productos no ofrecen más prestaciones que los PCs, pero sí son más estables, o al menos, lo eran. La facilidad de uso es otro motivo adicional, porque incluir más prestaciones suele ir en contra de la facilidad de uso de un software, pues lleva a unos menús más farragosos y menos intuitivos, a igualdad de condiciones, y el usuario que tiene dinero para comprar el producto, normalmente tiene poco tiempo para aprender a usarlo. Dicho esto, la mayor parte de los modelos premium se soportan sobre el pago por prestaciones adicionales, pero, por ejemplo, no es así en el caso de WordPress VIP, que citaba en la entrada anterior.
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