Enrique Dans ha ido marcando tendencias web a través de su blog, ha influido en muchos de nosotros desde que en abril de 2003 comenzara a publicarlo. Ha sido crítico con los viejos modelos de las industrias culturales, y ha defendido el conocimiento en abierto hasta la extenuación; ha sido siempre capaz de entender el cambio de paradigma desde proteger hacia compartir. Enrique ha conseguido evangelizar masas, pese a que, en círculos íntimos confesaba su frustración por tener su casa – el Instituto de Empresa – amueblada íntegramente con productos de Microsoft.
Dans acaba de publicar un libro titulado Todo va a cambiar. Y, al menos con el título, estoy completamente de acuerdo; es más, creo que todo ha cambiado ya, aunque todavía es pronto para ver sus consecuencias y, mucho más aún, para analizarlas. Los historiadores suelen mirar hacia atrás y buscar una fecha representativa del cambio; fecha que, habitualmente, es anterior a la percepción de los que lo viven. En este caso apuesto porque los historiadores asignarán el 11 de septiembre de 2001 como el momento del cambio; pese a que fue a partir de 2007 cuando realmente comenzamos a sentir las consecuencias.
Volviendo a Enrique Dans, y al título de esta entrada, resulta que su libro no es coherente, ni en la forma ni en el fondo, con lo que viene proclamando desde hace siete años. En la forma porque ha protegido la versión digital de su libro con DRM. Y en el fondo porque las ideas que plantea contradicen tesis anteriores y confirman que el modelo gratuito es un mal negocio.
La coherencia interna es la prueba del siete de una película, de un libro o de un plan estratégico; pero, sobre todo, es la constatación de un gran carácter. Y Personas con gran carácter hay pocas, muy pocas, y cada día habrá menos. Me explico: Enrique Dans lleva publicando años una línea de pensamiento y ahora publica otra; la constante es la palabra publicar. Si no hubiese difundido ampliamente sus ideas, serían muy pocos los que hubiesen observado esa incoherencia. Y ahora cada vez se publica más, por lo que cada vez es más fácil contradecirse. De modo que no veo a Dans como un demonio, al igual que tampoco antes lo veía como un ángel; es sólo una persona, como tú y como yo.
Foto extraída del Blog de Enrique Dans
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