Hay un subgrupo dentro de los informáticos denominado los cacharreros; se conocen así porque a esta especie le gusta cacharrear, pero también tirar de destornillador, grimpar cables y abrir cajas de servidores. Reconozco que, sin ser informático, a mí también me gusta cacharrear.
Pero conviene reprimir sus apetencias cacharreriles porque son un vicio caro. Si quieren cacharrear es mejor que lo hagan con dispositivos más pequeños y baratos. Trastos como móviles, tabletas o portátiles son productivos para la empresa si se implantan bien y tienen la disponibilidad de datos que la nube ofrece.
Un flamante servidor de Internet se convierte con el tiempo en un trasto feo y ruidoso, en un cacharro que vienen a visitar regularmente y que solo da malas noticias, pues si funciona es lo normal y si falla es un desastre.
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