La globalización nos ha traído dos noticias, una es buena y la otra es mala. la buena es que el mercado es hoy enorme, mundial, global; por contra la mala es que la competencia ha crecido igualmente. Hoy es imposible competir solo, la colaboración y la transparencia son las señas de identidad de este turbulento comienzo de siglo.
Las startups se adaptan mejor a la incertidumbre actual, precisamente porque es muy habitual que cambien su producto – pivoten -, razón por la cual la clave es el equipo emprendedor y no el proyecto: el capital riesgo apuesta al jinete, no al caballo. Las startups son rápidas y ligeras; prototipan y prueban rápidamente en un mercado del que aprenden constantemente.
Lo ligero, junto con la transparencia y la colaboración, es otro de los paradigmas de nuestros tiempos y va más allá de la forma de crear empresas. Ser ligero implica no creerte los modelos de negocio establecidos; hay mucho que hacer en nuevos modelos de negocio, tal vez más que en innovación tecnológica porque cada nueva iniciativa genera valor en la sociedad pero pocas empresas son capaces de capturar una parte de ese valor como hizo Google con su Adwords.
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