Tenemos muchas más cosas que cambiar en las empresas que las que a priori pensamos, pero esto solo se ve al iniciar el cambio.
El cambio ha de ser irreversible como irreversible es el cambio que vive nuestra sociedad: desechemos de nuestra mente el año 2007 porque ya no volverá jamás, no vivimos una crisis cíclica sino un cambio de paradigma. Si queremos una empresa a la altura del mercado debemos quemar las naves y no mirar atrás. Tratar de recuperar 2007 solo conduce a la melancolía.
Cuando metemos a un intraemprendedor en nuestra empresa es para cambiarla de forma irreversible, para hacer cosas nuevas, imposibles para tus actuales trabajadores.
Cosas desagradables como despedir o reubicar a personas con las que se ha convivido. Por eso es mejor que venga de fuera y de nuevas, por eso desde dentro no somos capaces de hacerlo. Pero lo desagradable es desagradable.
Los puestos de trabajo han dejado en muchos casos de ser un medio para que la empresa haga una función y se han convertido en un fin en si mismos. Nuestras empresas están llenas de supervivientes que solo piensan en mantener su posición dentro, no en la función que necesita la empresa de ellos. El apego por el puesto de trabajo hace que nos esforcemos en primera instancia pero luego pervierte el desempeño. El intraemprendedor ha de tener un apego justo por su puesto de trabajo y también por el de los demás, debe pensar en funciones y objetivos.
Si dudamos del cambio o si dudamos del intraemprendedor acabaremos por dejar a un hombre de paja a los pies de los caballos.
Si queremos de verdad cambiar una empresa debemos estar dispuestos a hacer cosas desagradables o a apoyar a otro que las haga por nosotros; nada es peor que comenzar una travesía para darse la vuelta en medio de la misma, ahí habremos asegurado el fracaso.
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