Un sistema emergente se forma por muchas interacciones de muchos individuos.
Es decir, encierras a muchos individuos simples como las hormigas que tienen patrones de comunicación simples, como son los diez vocablos que manejan las hormigas; en un espacio, como es el hormiguero que ellas van creando y modificando con el tiempo. De algo así no cabría esperar un resultado distinto de la suma de los resultados de cada hormiga a no ser que una super-hormiga las coordinase y decidiese que han de hacer cada una de ellas. Pero los animales gregarios nos dan sorpresas.
De manera que cuando un grupo de animales simples viven juntos durante un tiempo y revelamos sus construcciones echando aluminio fundido, te encuentras algo como esta super-estructura tridimensional que te da idea de que lo que ha sucedido ahí dentro es mucho más que la suma de las inteligencias de las hormigas.
La persistencia en el tiempo de comunicaciones entre muchos individuos da lugar a una serie de conclusiones que los individuos no podrían tomar por sí solos.
Aquí es donde surge la tentación de pensar en una hormiga reina, mucho mas lista que las demás y que va dando órdenes al resto del hormiguero; pero esta hipótesis solo es una quimera que han descartado ya los biólogos. Ni la hormiga reina ni tampoco la abeja reina hacen más que poner huevos, no dan órdenes a nadie; ni tampoco hay centuriones, jefes ni nada por el estilo.
Las hormigas se auto-organizan igual que nos sucede a nosotros en muchas ocasiones, de muchas interacciones uno a uno surgen grandes cosas como esta.
En este caso se trata de un hormiguero bastante pequeño pero nos da idea de lo que se puede llegar a hacer. Aquí tenéis el video del proceso.
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