A los seis años un niño entra en nuestro sistema educativo queriendo ser un astronauta y sale a los veintidós queriendo ser un funcionario.
¿Por qué laminamos su ilusión?
¿Por qué los vamos convirtiendo poco a poco en hombrecillos grises?
¿Por qué tratamos de hacer de ellos algo que no tiene cabida en el siglo XXI, como son las maquinas de repetir?
Proyectamos en ellos nuestros miedos y sólo hemos conseguido tener una montaña de viejos de quince años.
Los adultos creativos no somos más que niños que hemos sobrevivido al craqueo de nuestro sistema educativo.
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Hackear la educación IV: contagiar la iniciativa
Imagina que entras por primera vez a un aula y te encuentras esto en la pizarra

Mi respuesta es simple, cuando haya terminado de cambiar el mundo me habré muerto. Nuestra vida no tiene sentido sino es para cambiar el mundo e intentar hacer de él un lugar mejor. Pero hagamos el ejercicio con niños que, seguro dan una respuesta mejor. Si algún profe me lee y hace el experimento, por favor lo cuente aquí. En el momento que tenga la oportunidad yo lo haré y prometo contároslo.
Si has llegado a leer hasta aquí convendrás conmigo en que la iniciativa es valor fundamental de la educación para el siglo XXI. La iniciativa es la chispa de la que surge la inquietud constante por aprender cosas nuevas, es el catalizador de la transformación. Sólo hay un problema y es que no se aprende de ningún libro sino con el ejemplo, y para ello el maestro – a partir de aquí hablaré de maestros y no de profesores – ha de tener iniciativa.
La iniciativa no se crea ni se destruye. La iniciativa se contagia.
El otro ingrediente de la iniciativa además del contagio es la tolerancia. La tolerancia es el ambiente en el cual una vez inoculado el virus de la iniciativa, este crece y se sigue contagiando.
Busquemos preguntas en lugar de respuestas, busquemos escuchar en lugar de hablar, busquemos compartir en lugar de acaparar, seamos comprensivos con el error incluso cuando es reiterado, pensemos a largo plazo, estemos dispuestos a no ser comprendidos por los demás, y sobre todo no tomemos a los niños por tontos, son niños, no tontos.
Limonada. Mucha limonada. Por Jaime Bravo
Startup Spain ha de concentrarse en la educación de los mas pequeños. Entre los 4 y los 16 años se define si alguien querrá tener una actitud emprendedora ante la vida, o bien optar a un trabajo estable que ya no existe, pero el niño sí pudo ver en sus padres y maestros. Abro un paréntesis en la serie Startup Spain, y por primera vez desde febrero de 2008, publico en este blog una entrada que no es mía, pretendo con ello tener en primera persona la visión sobre lo que ha de ser Startup Spain de un chico de 15 años.
Jaime Bravo tiene 15 años y es un escritor de libros sobre negocios y aspirante a economista. A Jaime le encantan las startups y los mercados emergentes. Jaime, como una gran parte de los nacidos después de 1993 – año que se popularizó Internet – sabe que puede hacer cualquier cosa; ellos no tienen las falsas barreras mentales que nosotros llevamos encima.
Jaime tiene su blog – Sueños financieros – desde febrero y escribe en él reflexiones sobre economía macro y micro. Sí, es un chico de 15 años y escribe sobre economía. Que ¿por qué? porque le apetece, y al contrario de muchos de nosotros, sabe que puede hacerlo.
Sobre las startups en España.
La economía española se ha visto muchas veces enfocada en determinados sectores y más tarde, se ha quedado estancada. Un ejemplo, es el ladrillo, durante varios años, España se centró en el ladrillo como el único elemento que sostenía la economía, nos basamos en construir y construir, y con ello, generábamos riqueza. Sin embargo, no todo es así. Las cosas explotan, y muchas veces estas explosiones lo hacen con un gran estruendo. España se mostró reacia a cambiar, a experimentar un cambio que era más que necesario.
Ahora mismo, el ladrillo está de capa caída, pero no solo en esta decadencia de trabajos que corresponden a un antiguo paradigma, y que queda muy lejos de la situación actual, aunque algunos no quieran admitirlo. Muchos negocios, que estaban basados en otra época, están desapareciendo. La brutalidad con lo que lo hacen, no es normal, pero podrían haber experimentado una normalidad, si el proceso de cambio se hubiese hecho antes.
Siempre digo que España no tuvo esa transición de paradigma, que hubiese sido tan necesaria. Una transición que muchos otros países si tuvieron, y que eso se refleja en su sistema de empleo actual. No se trata tanto de construir una sociedad que se base solo en un sector de empleo, se basa también, en permitir que todos los sistemas de empleo puedan nacer y florecer allí donde lo deseen, obviamente, desde un punto de vista legal.
Si hemos de hablar de los problemas que estorban el que las startups florezcan en España es necesario empezar todo con la palabra “burocracia“. ¿Cómo podemos definir burocracia? La RAE define burocracia como “Organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios”. Muchos emprendedores que han decidido establecerse en España, han identificado que tanto los procesos de inversión como los de asentamiento en nuestro país, tienen una dificultad añadida, dificultad que no tienen otros países. Esta dificultad, es la burocracia.
Cuando escuchas a personas de otros países que actualmente están ayudando al enriquecimiento económico de España decir que las mayor dificultad que han encontrado aquí es la burocracia, da que pensar. Y lo hace, porque si realmente queremos luchar por convertirnos en una potencia económica (o al menos mantenernos) hemos de luchar, también, por potenciar la creación y la movilidad de aquellas empresas que más estimulan la economía hoy en día. Si bien otros países tienen tasas burocráticas, la mayoría de personas coinciden en que la nuestra es realmente excesiva, algo, que necesitamos cambiar si queremos convertirnos en un país que realmente potencie la creación de empresas.
Es por eso, por lo que identifico como primer problema para las startups en España, la burocracia, un problema, que para nada es algo pequeño. Sin embargo, también es importante afirmar, que existen algunos beneficios para la creación de empresas aquí, en España. Una de ellas, a mi entender, es que el mercado de emprendimiento en España no está plenamente consolidado, todavía quedan bastantes plazas para que el emprendimiento se desarrolle aquí.
Quiero añadir otras dos medidas que considero necesaria para ayudar a los emprendedores: abaratar el precio de emprender y educar para el emprendimiento. Empezaré con esta última.
Si bien es cierto que una sociedad compuesta plenamente por emprendedores no sería del todo “correcta”, si hay que crear una sociedad proactiva, una sociedad que se forma, se educa desde pequeños. Si implantamos determinados valores (que por supuesto, ahora mismo no están para nada) desde esta educación, el emprendimiento y otros valores que lleva este consigo, serán una máxima que todos los estudiantes poseerán.
Es caro emprender aquí. Es muy costoso también hacerlo, por la burocracia. Tal y como dijimos arriba, España tiene que darse a conocer como un país que crea en la creación de nuevas empresas como modelo de progreso social, y una de las mejores formas para hacer esto, es abaratar el emprendimiento y propiciar que las personas quieran emprender más, y de una forma más continuada.
Citaré una última (con plena constancia, de que arriba dije que esas dos iban a ser las últimas…) que creo que es muy importante: emprender, tiene que perder su rareza. Muchas personas se sorprenden cuando (en USA) ven a niños vender limonada. La primera reacción es: “pobre, tiene que vender limón para sacar dinero”. Sin embargo, la más estricta realidad, es que ese niño está despertando su espíritu empresarial, su espíritu emprendedor, y lo está haciendo mediante la venta de limonada.
Y eso, exactamente eso, es lo que necesitamos nosotros, limonada.
Mucha, limonada.