Me gusta Nueva Zelanda, juego a rugby y me enamora el estilo de juego neocelandés: noble, directo y generoso. Nueva Zelanda es un país muy nuevo con tan solo cuatro millones de personas y una naturaleza envidiable. Para los aficionados al rugby, Nueva Zelanda sí estaba en el mapa, para el resto del mundo, no.
Nueva Zelanda hizo una apuesta muy fuerte cuando convirtió a su cine en una cuestión de estado con El señor de los anillos.
Vivimos en un mundo de marcas, por supuesto de marcas-país, y Nueva Zelanda no quería seguir estando fuera del mundo de las marcas-país. Ojo, España ya hizo lo propio en los ochenta con el flamenco y demás.
Kim Dotcom celebraba un año desde su detención presentando el nuevo Megaupload mega.co.nz desde Auckland y con un dominio neocelandés. Confieso que no probé Megaupload, pero en esta ocasión me pudo la curiosidad y me di de alta en los primeros minutos, en los que 100.000 personas nos registramos.
Nueva Zelanda lo había vuelto a hacer. Al igual que con la trilogía de El señor de los anillos y EL hobbit, Nueva Zelanda ha amparado una iniciativa más grande que el propio país a efectos de marca. Saben a lo que juegan, y juegan duro.
Hoy el mundo está marcado por tres modelos, el asiático centrado en el hardware, el europeo gobernado por las telecos y el norteamenricano donde priman los contenidos. Estados Unidos ya había cerrado Megaupload en Hong Kong y lo abortó antes de nacer en Gabón (salía con el dominio me.ga). Nueva Zelanda ha jugado muy fuerte soportando las presiones del lobby norteamericano de los contenidos, aunque hoy nadie hable de ello.
Mega representa un Internet distribuido. Decir Internet distribuido es una redundancia, puesto que la Red es, por definición distribuida, aunque aquellos que se empeñan en romper su neutralidad busquen centralizarla. Internet nació así, cuando su padre, Sir Tim Berners Lee se negó a patentar la World Wide Web mientras trabajaba en el Cern de Suiza.
Mega es además cifrada. Ojo aquí, porque poco van a poder hacer los gobiernos pues no solo no saben donde están físicamente las cosas (distribuida) sino que tampoco saben que contenido está circulando (cifrado).
Mega es, en cualquier caso una oposición al viejo modelo de venta de contenidos. Hoy los contenidos son gratis en un 99% el 1% restante se reserva a superproducciones del cine como El señor de los anillos, de libros como Harry Potter o de videojuegos como Uncharted.
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